sábado, 16 de octubre de 2010

Dionisos

Capítulo 2.

El mito originario de Dioniso: Paradigma de interpretación del rito Rave

2. 1. El nacimiento de Dioniso

2. 1. 1. Dioniso, hijo de Zeus y Sémele
2. 1. 2. La infancia trágica del dios
2. 1. 3. Dioniso nómada
2. 1. 4. Dioniso en busca de su madre
2. 1. 5. Negación al culto de Dioniso

2. 1. 5. 1. Las Miníades
2. 1. 5. 2. Las Proítidas
2. 1. 5. 3. Licurgo
2. 1. 5. 4. Icario
2. 1. 5. 5. Dioniso en la mar

2. 1. 6. Los amores de Dioniso: Ariadna y Ampelo
2. 1. 7. Reconocimiento y sanación de Dioniso

2. 2. Dioniso en Tebas: la tragedia de Eurípides

2. 2. 1. Fundación de la ciudad y genealogía del dios
2. 2. 2. La historia de Las Bacantes
2. 2. 3. La manifestación dionisiaca

2. 3. La fiesta dionisiaca en la Antigüedad

2. 3. 1. El culto a Dioniso
2. 3. 2. El calendario festivo

2. 3. 2. 1. Las Dionisias rústicas (Dionysia)
2. 3. 2. 2. Las Leneas (Lenaia)
2. 3. 2. 3. Las Antesterias (Anthesteria)
2. 3. 2. 4. Las Grandes Dionisias (Dionysia)
2. 3. 2. 5. Oscoforia (Oschoporia)


2. 3. 3. El culto a Dioniso en otras ciudades

2. 3. 3. 1. Eleusis
2. 3. 3. 2. Delfos
2. 3. 3. 3. Orcómenos

2. 4. El dios del teatro y la tragedia

2. 4. 1. Origen y evolución del teatro según los antiguos

2. 4. 1. 1. La comedia
2. 4. 1. 2. El ditirambo (dithyrambos)
2. 4. 1. 3. El drama satírico
2. 4. 1. 4. El teatro antiguo y los preparativos festivos


Capítulo 2. El mito originario de Dioniso: paradigma de interpretación del rito Rave.

Tel était Dionysos, le plus tumultueux, le plus silencieux.

Maurice Blanchot

2. 1. El nacimiento de Dioniso

En la Antigüedad son dos las versiones más relevantes sobre el nacimiento de Dioniso. En una de ellas, este dios es el hijo de Zeus, supremo del Olimpo, y de una madre mortal, Sémele. En la otra, aparece como el hijo de Perséfone y Hades, o bien, de Deméter y Zeus.

2. 1. 1. Dioniso hijo de Zeus y Sémele

Y la cadmea Sémele, igualmente en trato amoroso con Zeus dio luz a un ilustre hijo, el muy risueño Dioniso, un inmortal, siendo ella una mortal. Ahora ambos son dioses.
Hesíodo
En esta versión del mito, el dios Dioniso es hijo de Zeus, suprema deidad del Olimpo, y de una mortal llamada Sémele, hija de Cadmo, fundador de la ciudad de Tebas y de su esposa Harmonía, hija de Ares y Afrodita.
Zeus se enamora de Sémele. Cuando su esposa y hermana, la diosa Hera, se entera de la relación, se disfraza de nodriza y visita a la amante, aconsejándole que le pida al gobernante del Olimpo una prueba de amor: la de descubrirse y presentársele en toda su magnificencia. Efectivamente, cuando Zeus llega a Tebas, Sémele le hace la petición.
Sucede inevitablemente que el dios, que no puede dejar de cumplir con su palabra, se muestra bajo la forma de un rayo divino. Así, Sémele muere trágicamente fulminada. No obstante, Zeus rescata a Dioniso del vientre de su amada. Después de resguardar en su muslo al futuro dios durante los tres meses restantes de su gestación, Zeus le da a luz en el lugar mítico llamado Niza. De ahí que Dioniso sea el dios dístoco (nacido dos veces) y, doblemente, hijo de Zeus. Hijo de una mortal, ha nacido con el don más anhelado y envidiado: la inmortalidad. Ha llegado tardíamente al Olimpo como hijo ilegítimo de Zeus. Por nacimiento, Dioniso es huérfano. Ha nacido sin genealogía y padece de la infortuna. La ira de Hera, esposa de su padre, no ha cesado con la muerte de Sémele. Desde su llegada a este mundo, Dioniso enfrentara la furia de una diosa que le persigue y le enloquece.

2. 1. 2. La infancia trágica del dios

Cuando Dioniso nace, Zeus pide al mensajero del Olimpo, Hermes, que lleve al niño a la ciudad de Tebas y lo entregue a la hermana de Sémele, Ino. Ésta lo recibe y en aras de ocultarle de Hera, le viste con ropas femeninas. No obstante, la diosa se entera de ello y sin haber saciado su ira con la muerte de la madre del pequeño dios, ahora le persigue. La diosa enloquece a Ino y a su esposo, el rey de Orcómenos, Atamas, al grado que matan a sus propios hijos. Una vez más, Zeus rescata a Dioniso y encomienda a Hermes la tarea de resguardar al pequeño dios en Niza. Ahí Sileno y las ninfas lo criarán durante su niñez. Dioniso crece sin padre ni madre como un huérfano sin genealogía. Desde su procreación estará condenado a un destino trágico. Oculto entre ninfas, silenos y sátiros aprenderá la esencia de la vida salvaje. Ahí también descubrirá el arte de cosechar la vid y de preparar el vino, el cual será uno de sus principales atributos, aunque también, el pretexto de Hera para dirigir una vez más su ira contra el dios.

2. 1. 3. Dioniso nómada

Dioniso es un adolescente cuando la diosa Hera se entera de su sabiduría vinícola. Al igual que en una ocasión hizo con Ino y su esposo, la diosa protectora del matrimonio enloquece al joven dios. Dioniso vagará por tierras extranjeras como Egipto, Siria y Frigia. Rea, la Gran Diosa Madre, libera a Dioniso de la manía impuesta por Hera y le enseña algunos de sus misterios. Dioniso regresa a Tracia para iniciar una serie de aventuras marcadas por sucesos extáticos, frenéticos, irreverentes y violentos en compañía de sus cortejos.
2. 1. 4. Dioniso en busca de su madre

En Lerna se contaba una historia sobre un viaje de Dioniso al Hades en busca de su madre Sémele. El joven dios llega al río Styx. Ahí Caronte, el guardián de la región de los muertos detiene a Dioniso, exigiéndole entregar su cuerpo. Dioniso se niega y Caronte aparece muerto. Finalmente el dios toma uno de los remos de la barca y se sodomiza. De esta forma el hijo de Zeus cumple con el requisito impuesto, ingresa al Hades y recupera el alma de su madre, elevándola al cielo e inmortalizándola como la diosa Tione, “la de la manía extática.”

2. 1. 5. Negación al culto de Dioniso

Diversos pasajes del mito coinciden en señalar algunos casos en los que Dioniso y su cortejo llegan sorpresivamente a algunas ciudades para imponer un culto de reconocimiento y veneración divinos. Bajo el éxtasis dionisiaco, las mujeres abandonan sus hogares para hacerse bacantes en las afueras boscosas. Los hombres -y también algunas mujeres- desconfían del extranjero y de sus acompañantes, negándose rotundamente a participar en sus ritos.
No por ello Dioniso se retira sin realizar su cometido. Quienes se rehúsan a reconocerle, padecen la fuerza divina dionisiaca bajo la forma de una manía, un Eros furioso incontrolable. Así, el desenlace de estas historias tiene un carácter trágico, como trágico es el destino de Dioniso marcado incluso antes de su nacimiento. Las regiones de Argólida, Tracia, Beocia y Ática, así como las ciudades de Orcómenos, Tirinto, Tebas y Atenas, son el escenario de los siguientes relatos.

2. 1. 5. 1. Las Miníades

Las tres hijas del rey Minias de Orcómenos llamadas las Miníades, despiertan la furia de Dioniso por ser las únicas mujeres de la ciudad que se niegan a participar en su culto. Hiedra y viñas crecen en torno a sus telares y del techo de su sala llueven leche y néctar. El dios extranjero les hace caer en delirio báquico. Bajo este estado, confunden al hijo de una de ellas, de Leucipe, con un cervatillo, al grado de destrozar su cuerpo.

2. 1. 5. 2. Las Proítidas

Dioniso viaja a la región de la Argólida. Cuando llega a la ciudad de Tirinto, las Proítidas, hijas del rey Protio, también se muestran hostiles a su culto, negándose a hacerse bacantes como lo han hecho las otras mujeres de la ciudad. Por esta razón, el dios les condena a recorrer en éxtasis báquico los bosques del Peloponeso, hasta que el vidente legendario de Pilos, Melampo, las cura de la sagrada locura y les hace expiar su falta.
2. 1. 5. 3. Licurgo

Licurgo, rey de Tracia, persigue a Dioniso. Las ménades y el ejército de sátiros son hechos prisioneros. El joven dios hace enloquecer al rey, quien mata a su hijo suponiendo que es un arbusto de vid. Las mujeres de la región se vuelven estériles y el rey es despedazado por caballos salvajes en el Monte Pangea, donde existe -según Herodoto- un santuario ocular de Dioniso.

2. 1. 5. 4. Icario

En Atenas, Dioniso es bien recibido por un campesino llamado Icario. En recompensa, el dios le transmite su sabiduría de la vid. Dioniso se retira. Icario comparte el vino con sus vecinos, quienes, bajo un total estado de ebriedad violenta, suponen que su anfitrión les ha envenenado y así le matan. Su cuerpo es mutilado y arrojado a un pozo. Su hija, Erígone, se cuelga seguida por las jóvenes de Atenas. La tierra es atacada por una espantosa esterilidad. Los atenienses instituyen las fiestas en honor a Dioniso (Antesterias).

2. 1. 5. 5. Dioniso en la mar

Dioniso es un navegante nomádico. En uno de sus viajes marinos, es capturado por piratas. El capitán advierte que el prisionero es un dios. Los otros tripulantes se olvidan de su presencia hasta que el mástil comienza a cubrirse por troncos, vástagos y hojas de una planta de vid. Mareas de vino corren por el barco y todos sus pasajeros, a excepción del capitán que brinca a un lado, se convierten en leones que, sumamente atemorizados, se lanzan al mar transformándose en delfines.

2. 1. 6. Los amores de Dioniso: Ariadna y Ampelo

Por el incidente con los piratas, Dioniso se ve obligado a desviar su ruta y desembarcar en la isla de Naxos. Ahí se reencuentra con Ariadna, la princesa cretense cuya vida se encuentra marcada por la presencia del toro: su abuela Europa fue raptada por Zeus, el toro blanco; su madre Pasífae se enamoró del hermoso toro que su esposo Minos se negó a sacrificar en honor a Poseidón; producto de esta relación nació Aristeo, el Minotauro; y también Dioniso le había seguido bajo la forma de este animal durante su niñez en la isla.
Mucho tiempo atrás, Dioniso había desembarcado en Creta y entregado a Ariadna una corona de oro y gemas de la India como símbolo nupcial. Ahora el dios encontraba a su amada abandonada en una isla por Teseo, el héroe ateniense vencedor de todos los toros. Ahí Teseo, Ariadna y su tripulación, hacían una parada después de vencer al Minotauro. Por alguna razón desconocida, los dioses hacen que Teseo zarpe con su tripulación mientras Ariadna yace dormida. Al verle abandonada y sin importarle la traición, Dioniso le rescata. Protegida por el joven dios y al igual que Sémele, la hija de Minos asciende a los cielos en un carro tirado por leopardos y panteras, convirtiéndose en la Corona Boreal.
Pero el primer y gran amor de Dioniso no fue Ariadna como podría pensarse, sino un muchacho llamado Ampelo. En esta versión, el origen del vino está relacionado precisamente con la trágica muerte del joven amado por el más humano de los dioses.
Durante su estancia en los bosques de Lidia, entre ninfas, sátiros y silenos, Dioniso adolescente comparte largos días de juego y caza con su amigo. Ambos gustan de las competiciones y la vida salvaje. En una ocasión, Dioniso observa una escena de presagio en la que un dragón con cuernos que lleva un cabrito en el lomo, arroja a éste entre las piedras. A manera de un sacrificio, el toro hunde su cuerno en el cuerpo del cabrito, dejando correr la sangre en el altar. Dioniso ya había advertido a su compañero -quien aprendía a tratar con familiaridad a osos, leones y tigres- de guardarse de los cuernos del toro despiadado.
No obstante, un día Ampelo se encuentra con un toro sediento entre las rocas; recuerda la advertencia de su inseparable amigo, pero le encuentra incomprensible; entonces se acerca amistosamente al animal para acariciarle los cuernos y montarle, sintiendo una ebriedad que ninguna fiera le había dado antes. De pronto, un tábano mandado por Selene descontrola al animal, el cual lanza contra las rocas a Ampelo y le hunde un cuerno:

Dioniso descubrió a Ampelo ensangrentado en el polvo, pero todavía hermoso. Los silenos, en círculo, iniciaron sus lamentos. Pero Dioniso no podía acompañarles. Su naturaleza no le permitía las lágrimas. Pensaba que no podría seguir a Ampelo al Hades, porque era inmortal: se prometía matar con su tirso a la estirpe entera de los toros. Eros, que había adoptado el aspecto de un hirsuto sileno, se acercó para consolarle. Le dijo que la punzada de un amor sólo podía curarse con la punzada de otro amor. Y que mirara a otra parte. Cuando cortan una flor, el jardinero planta otra. Sin embargo, Dioniso lloraba por Ampelo. Era la señal de un acontecimiento que cambiaría su naturaleza y la naturaleza del mundo.

Se preanunciaba una escena nueva en la rueda celeste. Helios y las Horas consultaron las tablas de Harmonía, donde la mano primordial de Fanes-Metis había grabado, en su secuencia, los acontecimientos del mundo. En la cuarta tabla se veía al León y a la Virgen, y a Ganimedes con una copa en la mano. Leyeron la imagen: Ampelo se convertiría en la vid. Aquel que había aportado el llanto al dios que no llora aportaría también delicia al mundo. Entonces Dioniso se recuperó. Cuando la uva nacida del cuerpo de Ampelo estuvo madura, separó los primeros racimos, los estrujó con dulzura entre las manos, con un gesto que parecía conocer desde siempre, y contempló sus dedos manchados de rojo. Luego los lamió. Pensaba: “Ampelo, tu final demuestra el esplendor de tu cuerpo. Incluso muerto, no has perdido tu color rosado.” Ningún otro dios, ni siquiera Atenea con su sobrio olivo ni Deméter con su pan tonificante, tenían algo que se aproximara a aquel licor. Era justamente lo que le faltaba a la vida, lo que la vida esperaba: la ebriedad.

2. 1. 7. Reconocimiento y sanación de Dioniso

Cuando Dioniso llega a Argos procedente del Asia y de las islas del mar Egeo, las mujeres caen en una manía extática; salen a vagar por laderas salvajes, matan a sus hijos y comen cruda su carne. Perseo lucha contra el dios y su séquito formado por ménades y sátiros. El héroe sale victorioso del combate, pero interviene Hermes y logra una reconciliación entre los contendientes, invitando Melampo a los habitantes a instituir un culto y fundar un templo en honor de Dioniso Cresio. En este momento Dioniso sana.

2. 2. Dioniso en Tebas: la tragedia de Eurípides

El conocimiento de la tragedia de Eurípides ayuda esencialmente a comprender la concepción y el culto dionisiacos.
Erwin Rhode

En la cultura occidental, los mitos y los dioses de la Grecia Antigua han ocupado un lugar preponderante. En su evolución histórica, los lenguajes filosófico, científico y artístico han relatado, reinterpretado y referido el contenido de una tradición oral cuyas fuentes primarias han desaparecido, fugaces en el tiempo. Una vez más, en aras de comprender el significado que yace detrás de la figura de Dioniso, nos queda remitirnos al testimonio arqueológico, aunque por ahora ya no del arte figurativo, tampoco de los fundadores poéticos Homero y Hesíodo.
De las tribus tracias a la Magna Grecia de Pericles del siglo V a.C., el mito y el culto de Dioniso varía, se difunde y se adapta a las necesidades de una civilización que busca en su organización estatal (polis) ser reconocida hacia el exterior como una cultura superior en todos los sentidos, material e intelectual, físico y espiritual. La tradición oral aunada a los cultos religiosos locales, así como el establecimiento de un centro político (democrático), económico, artístico, filosófico y religioso en la ciudad de Atenas, permitió el nacimiento de un espíritu griego auténtico. Una de sus más elevadas manifestaciones artísticas, la tragedia, se encuentra estrechamente vinculada al culto del dios Dioniso.
Aun cuando Dioniso se encuentra detrás de todo héroe trágico, sólo una pieza es representativa de la aparición del dios como protagonista. Se trata de Las Bacantes de Eurípides, última tragedia escrita por el poeta durante su propio exilio en Macedonia entre el 408 a.C. y el 406 a.C. Ahí fue testigo del culto dionisiaco en el que se sacrificaba un toro cuya sangre derramada era fuente de purificación.

2. 2. 1. Fundación de la ciudad y genealogía del dios

En la Grecia Antigua, Tebas es la ciudad más importante de la región de la Beocia, aliada de Esparta. Su historia se inicia con su rey fundador Cadmo, también abuelo materno de Dioniso. Cadmo abandona Fenicia junto con algunos familiares en búsqueda de su hermana Europa que ha sido secuestrada por un irresistible toro. En sus peregrinaciones fundará varias ciudades. Después de la muerte de su madre en Tracia, Cadmo acude al Oráculo de Delfos. Éste le aconseja que cese sus peregrinaciones y siga una vaca errabunda que se detendrá en un lugar en el que él deberá fundar una ciudad llamada Tebas.
De la unión de Cadmo con Harmonía nacerá la madre de Dioniso, Sémele, y tres de sus tías: Autónoe, Ino y Ágave. Esta última se casará con el autóctono Equión y tendrá como hijo a Penteo, heredero del trono tebano. Ésta, es la genealogía tebana de Dioniso que aparece en la tragedia de Eurípides Las Bacantes.

2. 2. 2. La historia de Las Bacantes

En Las Bacantes, Eurípides pone en escena el regreso inesperado de Dioniso a Tebas, su ciudad natal. En compañía de un cortejo de ménades asiáticas, el dios proviene de un largo viaje por tierras extranjeras en las que ha impuesto su culto. Su abuelo Cadmo, padre de Sémele y rey fundador de la ciudad, ha otorgado en herencia el trono a su nieto Penteo, hijo de Ágave, sobrino de Ino y de la misma Sémele. Penteo, primo del dios y ahora rey, se niega rotundamente a aceptar los cultos dionisiacos en su ciudad. Frente a un Dioniso oculto bajo la figura de un sacerdote extranjero de rasgos afeminados y profundamente seductor, Penteo se muestra hostil a la invitación que su padre Cadmo y el adivino Tiresias le hacen: la de vestirse con blancas telas holgadas, corona de hiedra y piel de cervato; la de portar el tirso y seguir danzante hacia los bosques del Monte Citerón donde las mujeres tebanas, bajo un trance extático, se disponen a ejecutar un rito en honor al dios extranjero como bacantes.
Espantado por la conducta de las mujeres tebanas que han abandonado sus hogares para rendir culto a Dioniso, Penteo cede ante la propuesta del extranjero para espiar a las bacantes en las alturas del Citerón. Ahí, entre ellas, se encuentran su propia madre y sus tías. Penteo sale del palacio con las ropas femeninas puestas y se encamina a los bosques montañosos para descubrir los ritos dionisiacos y aprisionar a las mujeres. Mientras yace oculto en la copa de un pino, Penteo es descubierto por las bacantes. Bajo un frenesí cruel y salvaje que le impide reconocer a su hijo, Ágave dirige el despedazamiento del joven rey. Sus restos son desgarrados con las manos y dispersados en los bosques del Citerón. Ágave entra triunfante a la ciudad de Tebas con la cabeza de su propio hijo en alto, misma que ella concibe todavía bajo los efectos de la manía divina como la de un león.
En un principio, Tebas, “la tierra que vio nacer a Dioniso, puede así desconocerlo en toda su soberanía.” No obstante, la fuerza divina del dios se impone, como en otras ocasiones, a costa de un final trágico.
En la obra de Eurípides abundan frases poéticas que otorgan al espectador -en este caso al lector- un vasto universo de imágenes emotivas siempre relacionadas de alguna u otra manera a la compleja figura de Dioniso. Nos permitimos rescatar algunas de ellas.

2. 2. 3. La manifestación dionisiaca

Dioniso con forma humana, toma la palabra en el prólogo de Las Bacantes. Al fondo se encuentra el palacio de Penteo y a un lado la tumba de su madre Sémele cubierta de ramas de vid. El dios se presenta y dice haber viajado desde Lidia, Frigia, Persia, y Arabia a su ciudad natal con el objetivo de ser reconocido y establecer su culto entre los tebanos:

Tebas será la primera de las ciudades griegas que venga a mi voz que la llama. Vendrán sus habitantes con grandes alaridos, cubiertos con pieles de ciervo, tremolando en sus manos el tirso sonoro y con su dardo enhiesto ceñido de hiedra. (...) Voy a probarles a todos los tebanos que soy un dios. Cuando hayan cimentado mi culto aquí, me iré a otra ciudad.

Penteo se rehúsa a que la ciudad rinda culto a su primo divino, Dioniso. Esta falta es la razón para que el hijo de Ágave no quede posteriormente exento de la sagrada manía. De igual manera que las mujeres de la ciudad, las tías y la propia madre de Penteo ya han dejado el palacio y vagan delirantes por las montañas con el viento como su único abrigo:

Envidiosas las hermanas de mi madre, negaron que yo fuera hijo de Zeus. Es un hombre –decía- y fue Cadmo quien inventó la fábula. Por eso el dios le dio la muerte. No pudo Zeus amar a una mortal. (...) Podrá ser que Tebas se arrebate de enojo. Vendré a ella. Traeré a sus báquides que vagan por la montaña. Traeré a mis ménades.

Dioniso llega de noche. El frescor nocturno hace que la tierra mane leche, miel y vino. Las mujeres se encaminan al Citerón. Cadmo y Tiresias, viejos de la ciudad, rey fundador y vidente, también se han vestido como bacantes. Penteo, quien ya ha aprisionado algunas mujeres y espera atrapar a todas, queda perplejo ante la disposición de los viejos por rendir culto a un extranjero. Tiresias presagia en presencia de Penteo la futura grandeza de Dioniso:

¡Dos dioses son supremos, oh joven, y debieras saberlo!: Uno la Tierra es, con el nombre que se la llame. Ella da el nutrimento que forma sustancia. Y el otro dios, el hijo de Sémele, el que inventó el licor de la uva. El viene a difundirlo entre los hombres. Es un divino néctar que libera del dolor y de la amarga pena. Bebido, entrega al sueño y hace olvidar los infortunios de cada día (…) Dios de la adivinación. Domina al hombre en frenética locura, pero hace que presagie el porvenir. Fuera ya de razón el hombre, bajo el influjo suyo, nos deja ver el futuro.

Liberación y clarividencia son los dones de Dioniso en voz de Tiresias. Así, el adivino advierte a Penteo de la calamidad futura en caso de negarse al culto del dios, como en alguna otra ocasión ya lo había presagiado:

La historia que hizo célebre a Tiresias en toda Grecia dándole reputación. De sus augurios se reía Penteo: “Si fueras ciego como yo –le dijo el adivino- podrías alabarte de tu buena suerte, ya que sin vista no podrías asistir a las fiestas de Baco, que te serán nefastas. Un día vendrá en el que este dios te dará castigo porque te niegas a adorarle. Te verás despedazado. Tu sangre manchará a las personas que te son más queridas. Y todo ello será, garantía de mi predicción.” Penteo arrojó de su presencia a Tiresias. Llegó Baco y los campos se estremecieron con las deshonestidades de hombres y mujeres.

Los ancianos se despiden de Penteo para quienes, su nombre mismo es ya triste presagio. Entonces llega un grupo de soldados con Dioniso encadenado. Frente a Penteo, el dios se presenta como un sacerdote de Lidia iniciado por el hijo de Zeus. El rey decide castigarle por corromper Tebas, ordena a los soldados encadenarle y cortar sus sacros rizos. Dioniso inicia un juego de palabras en el que versa el destino funesto de su primo y de la ciudad gobernada por él. El coro canta: ¡Palacio de Penteo, te vas a derrumbar! Dioniso se libera y hace fuego del sepulcro materno, dejando en cenizas la mansión tebana.
Penteo está sorprendido. Un mensajero trae noticias sobre las bacantes. Recomienda al rey adorar al dios para la gloria de Tebas, pero Penteo se niega exaltado, declarando la guerra a las mujeres del Citerón. No obstante, Dioniso (disfrazado de sacerdote) le convence para vestir atuendos femeninos y espiar a las bacantes. El coro canta la gran sabiduría: ¿Qué duro es afirmar que los dioses son poderosos, sean ellos los que fueren? Esa es la enseñanza que nos dan los siglos, esa la misma que la naturaleza grita. Penteo sale del palacio bajo un extraño frenesí. Vestido de bacante, ahora ve a Dioniso coronado de cuernos. Con un discurso ambivalente, el dios-guía asegura a Penteo que los brazos de su madre le traerán de vuelta. El joven rey y el dios salen a la montaña. La muerte de Penteo, es relatada por un esclavo:

El extranjero que aquí vino, desgajó una rama de abeto. La dobló hasta el suelo. Penteo tomó la rama, la dejó suelta el extranjero, se alzo la rama de abeto y en su cumbre mi dueño estaba. Las ménades lo miraron. ¿Dónde está el extranjero? Nadie pudo dar razón (...) Ágave dijo: Vamos, ménades, rodead este árbol. Trepemos a él todas. Cautivemos la fiera que está allí refugiada: nada debe revelar nuestras sacras enseñanzas.
Ayudada por la fuerza del dios, Ágave arranca el brazo izquierdo de Penteo. Su tía Ino y las otras bacantes desgarran sus miembros. Su madre toma la cabeza y la clava en un tirso, mientras las hijas de Baco danzan y cantan para regresar triunfantes a la ciudad. Venga ya mi padre, llegue acá también mi hijo Penteo. Ágave se jacta de su victoria frente a las fieras. El delirio báquico cesa cuando Cadmo, junto a los despedazados restos de su nieto en una litera, hace que su hija reconozca el crimen cometido.
Muerto Penteo, la progenie de Cadmo se extingue mientras sus sobrevivientes quedan condenados a errar por tierras extranjeras. La venganza de Dioniso es dura y cruel, tanto como la injuria de no venerar su nombre en Tebas. Un canto final del coro: De mil maneras se nos muestra el Destino. Muchas cosas que esperábamos, los dioses no las hacen. Lo que anhelantes esperamos, jamás viene. Inescrutable es el secreto de los dioses. Es lo que ahora acontece.
Para los especialistas, Las Bacantes es una de las tragedias más difíciles de interpretar. Algunas veces, se ha pensado que su significado consiste en mostrar lo inevitable del destino dictado por los dioses, lección divina a los hombres que, como Penteo, menosprecian la naturaleza del dios del éxtasis. Otras veces, esta tragedia se ha interpretado como una advertencia a los seres humanos de todos los tiempos sobre el peligro de entregarse plenamente a un éxtasis colectivo. Esto es, a la fuerza natural que nos lleva a la celebración ritual, siempre próxima a los símbolos del ámbito de lo sagrado. La llegada repentina de Dioniso a Tebas invierte el orden de la ciudad, el poder se dispersa como un río alejándose del palacio del linaje de Cadmo, centro de la ciudad, institucionalizado y ficticio, que menosprecia todo lo femenino (mujeres) y lo salvaje (en el sentido de lo bárbaro y lo no civilizado de origen asiático). El gobierno de Penteo es la razón que se cierra a todas las alteridades.
Las mujeres han abandonado sus casas para errar en el Monte Citerón y rendir culto al dios catártico. Siguiendo esta interpretación de las Bacantes, algunos han pensado que Eurípides mandaba un mensaje elogiador a la institucionalización de los ritos dionisiacos de las Grandes Dionisias celebradas en Atenas. En respuesta a la pulsación dionisiaca inherente a la especie humana y sumamente marcada en la sociedad griega, los gobernantes de Atenas sustituyeron los elementos más bárbaros como los sacrificios humanos, por una mera representación trágica a través del arte que, en palabras de Antonin Artaud, hace visible lo invisible y permite una hierofanía.
La tragedia de Eurípides nos permite reconocer el poder de las fuerzas naturales que invita al delirio y que Dioniso representa. Las ménades, como los sátiros del cortejo y el dios mismo, simbolizan un estadio del ser humano más próximo a su inmediatez experiencial pre y supra-racional. La comunicación social se convierte en comunión ritual. Visto como proceso, durante la participación ritual el vínculo comunicacional entre los participantes se teje radicalmente. El orden institucionalizado que representa Penteo se muestra en su debilidad frente a los fenómenos que surgen de una comunicación más inmediata entre los humanos, también más próxima a su naturaleza animal en el sentido de entrega incondicional que no pide opinión a las leyes políticas. Una interpretación transdisciplinaria de Las Bacantes nos lleva a pensar en el acontecer inmediato de la parte lúdica del ser humano durante la experiencia ritual como un fenómeno de “comunicación dionisiaca” siempre de vuelta en el devenir de las sociedad. El delirio musical por la comunicación fusional es incluso mucho anterior a la mitología antigua y será también muy posterior a la fiesta Rave, apareciendo y desapareciendo intermitentemente entre espacios y épocas distantes.
Dioniso es desde siempre considerado como un dios diferente a los otros. Barbarie interior o exterior, es el juego del dios que amenaza las normas habituales de la ciudad. Dios de la transgresión y de la relación inmediata con la naturaleza, muchas veces violenta. Pero también Dioniso es el dios de la renovación, del gozo de la vida y de la apertura al otro y a la Alteridad, lo cual, para el ciudadano de la polis pone en duda su dominio de sí y el sentido último de su sociedad.


2. 3. La fiesta dionisiaca en la Antigüedad

En muchas sociedades, quizá en todas las sociedades, hay gentes a quienes, en palabras de Aldous Huxley, “las danzas rituales suministran una experiencia religiosa que parece más satisfactoria y convincente que ninguna otra...” es con sus músculos como más fácilmente obtienen conocimientos de lo divino.
Eric R. Dodds


2. 3. 1. El culto a Dioniso

El culto a Dioniso data del periodo micénico (segundo milenio a.C.). Tracia, Frigia, Libia, India, Egipto y Arabia son algunas de las regiones que se cuentan entre sus posibles lugares de origen. En el siglo VIII a.C. su culto fue reanimado con gran vigor orgiástico en Frigia, Lidia y Tracia, llegando a Atenas hacia el siglo VI a.C.
En la Antigüedad griega, diversas fueron las celebraciones consagradas a Dioniso a lo largo del año. La llegada del dios extranjero, que viene a la ciudad para beneficiarle con su don de la fertilidad (tanto de la tierra como de la raza humana), fue motivo para que poblaciones enteras dejaran a un lado sus actividades y se entregaran al festejo dionisiaco.
Más allá de los ritos en los bosques y las montañas (oribasia), sacrificiales (omophagia), nocturnos (pannuchis), clandestinos y preponderantemente femeninos, el culto a Dioniso fue promovido en las fiestas religiosas de la ciudad por una oligarquía en ascenso al poder como medio para ganar la adhesión del pueblo (demos). Durante el siglo VI a.C., Dioniso, otrora el bárbaro, el extraño y el desmesurado, ingresa a la religión olímpica. “El hijo bastardo de Zeus fue finalmente reconocido como vástago legítimo.” Podemos ver este cambio bajo el gobierno de Clístenes en Sicione, de Periandro en Corinto y de los Pisistrátidas en Atenas. A partir de Pisístrato se celebrarán en Atenas cuatro fiestas en honor a Dioniso.

2. 3. 2. El calendario festivo

Los autores señalan una complejidad respecto al calendario festivo de los griegos. Y es que al parecer, meses que corresponden cronológicamente y en los que se realizan ritos agrarios, reciben en ciudades próximas de las regiones del Ática y de Beocia nombres distintos, como distintos son los dioses que fungen como patrones en cada una de ellas. Además existían fiestas que se celebraban tanto a nivel local como en Atenas. El año griego comenzaba con la luna nueva después del solsticio de verano. Debido a las irregularidades de un calendario lunar de doce meses, el mes de Poseidón se repetía ocasionalmente para mantener la integridad del calendario anual. La práctica religiosa de los griegos se concentraba en los festivales (heortai). En Atenas, cuatro son las fiestas anuales consagradas a Dioniso: a) Las Dionisias rústicas en el mes de Poseidón (diciembre); b) las Leneas en el mes de Gamelión (enero-febrero); c) las Antesterias durante el mes de Anthesterión (febrero-marzo); y d) las Grandes Dionisias durante el mes de Elaphebolión (marzo-abril). Junto a los festivales públicos también existen las orgia, celebraciones realizadas por grupos como las asociaciones de culto. “La licencia de tiempo de intoxicación es común a todos los festivales en honor a Dioniso.”
2. 3. 2. 1. Las Dionisias rústicas (Dionysia)

Durante el mes de Poseidón (Poseideon) cada pueblo organizaba su tíaso, celebrando alegremente la primera prueba del nuevo vino. El grupo cantaba y bailaba durante una procesión en la que se cargaba un falo gigante, símbolo de la llegada de Dioniso. Se sacrificaba un toro y los ritos variaban en cada región. Por ejemplo, en algunos lugares se bailaba la askolia, danza en un pie sobre una piel aceitada. También existían actores errantes que iban actuando las tragedias premiadas en la Gran Dionisia de la ciudad de Atenas.


2. 3. 2. 2. Las Leneas (Lenaia)

Celebradas en el mes de Gamelion, son posiblemente unas de las fiestas griegas más antiguas consagradas al dios de la primavera (Ortos, “el erecto”). Se dirigían al santuario del dios llamado Lenaeon, probablemente ubicado al pie del lado oriental de la Acrópolis. Incluían concursos dramáticos y orgías (Lénai: hacerse bacante) dirigidas por alguien que sostiene una antorcha mientras invita a los participantes a invocar a Iacchos, hijo de Seméle y proveedor de las riquezas de la tierra, invocación conservada durante la inauguración de los concursos teatrales.


2. 3. 2. 3. Las Antesterias (Anthesteria)

El festival de las flores (anthos, flor) tenía lugar durante la luna de marzo del mes Anthesterion relacionado al crecimiento de la vegetación. Se piensa que estas fiestas duraban tres días en los que se consumía lo que se había conservado durante el invierno.
El primer día (Phitoigia) se abrían las tinajas de vino (pithoi). El segundo día (Khoes) había un concurso de bebedores en los que se aceptaban participantes a partir de los tres años de edad; recibían cántaros con vino de acuerdo a su capacidad. El ganador era coronado con hiedra y recibía un odre de vino. Al anochecer, se celebraba un “matrimonio sagrado” en el interior del templo (sólo abierto durante esta noche). Los detalles del ritual eran secretos, pero se piensa que una sacerdotisa o la Basilissa, “esposa del rey-gobernante”, contraía nupcias con Dioniso (representado por el Archon Basileus, “rey-gobernante”, o bien, bajo la forma de una escultura fálica). En toda la ciudad predominaba una atmósfera erótica y fusional. El tercer día (Khutroi) se festejaba a los muertos y en él tenía lugar la fiesta de las ollas (khytroi). Se fabricaba una especie de papilla con la mayor cantidad de cereales posibles que debía consumirse en familia. También se dejaban alimentos fuera de las casas para los espíritus. Se recordaba a Hermes (el conductor de las almas al Hades) y se atrapaban los malos espíritus.

2. 3. 2. 4. Las Grandes Dionisias (Dionysia)
En Atenas, la religión dionisiaca engendró el arte excepcionalmente griego: la tragedia. En el mes de Elaphebolion se celebraba el festival civil más importante en honor a Dioniso. El primer día estaba consagrado a los ditirambos. Estos coros de cincuenta hombres bailaban, cantaban y tocaban flautas y tamboriles alrededor del altar de Dioniso (thymele) ubicado en el Ágora, cerca del Partenón. En tiempos primitivos, pasaban toda la noche a la luz de las antorchas bajo estados extáticos. El segundo día tenían lugar los torneos (agones) atléticos y oratorios (concurso de rapsodias). Los tres días siguientes estaban dedicados a las representaciones trágicas en el teatro del dios. Las Grandes Dionisias terminaban con un cortejo triunfal y la coronación de Dioniso.

2. 3. 2. 5. Oscoforia (Oschoporia)

Durante el mes de Puanepsion, se celebraba la cosecha de la vid. Los hombres cargaban ramas de vid con uvas colgantes en una procesión hacia la ciudad. Se cantaban himnos a la cosecha y a la producción del vino. Había una comida ritual en la que se contaban y actuaban historias como la de Teseo: supuesto fundador del ritual en Atenas después de su llegada a Creta. ¿El objetivo? Tranquilizar al dios del vino.

2. 3. 3. El culto a Dioniso en otras ciudades

2. 3. 3. 1. Eleusis

En los misterios de Eleusis, Dioniso es invocado bajo el nombre de Iacchos. Como en el mito de Deméter en busca de su hija (mismo en que Perséfone regresa en la primavera a ver a su madre como símbolo de la agricultura, especialmente del trigo), Dioniso está ahí relacionado con el ciclo de la vegetación.
Deméter, hija de Cronos y de Rea, preside la agricultura y las cosechas. Entre sus atributos figura la adormidera mezclada con las espigas. Deméter habría descubierto sus propiedades cerca de Sicione, en el Peloponeso. La desesperó el rapto de Perséfone (su hija) por Hades, el dios del Inframundo. Encendió dos antorchas en el fuego del Etna y se puso a recorrer la Tierra en busca de su hija. Celeo, rey de Eleusis, la recibió cordialmente y ella se lo agradeció encargándose de la educación de su hijo Triptólemo, a quien enseñó el arte de cultivar el suelo, sembrar, segar y hacer pan. Triptólemo, hecho rey tras la muerte de su padre, recorrió el mundo en un carro tirado por dos dragones, enseñando a los hombres la agricultura. De vuelta en Eleusis, edificó un templo en honor de su bienhechora e instituyó los pequeños misterios, celebrados en febrero en Agra, próxima a Atenas, y los grandes misterios, denominados también orgías sagradas, que se celebraban en Eleusis cada cinco años. Herodoto recuerda que desde la apertura de los grandes misterios se originaba una escena en la que en una cripta, un sacerdote frigio vestido con una túnica asiática estaba de pie frente a un brasero de cobre en el que echaba grandes puñados de perfume narcótico (cáñamo). El humo espeso llenaba la sala entre figuras de serpientes, sirenas, bustos de ninfas, imágenes a veces bellas, otras horrorosas.
Nadie, bajo pena de muerte, podía revelar lo sucedido en los misterios. Por ello, debido a su carácter secreto e inconfesable, los detalles de estas celebraciones se desconocen. Sin embargo, existen diversos testimonios antiguos y especulaciones tardías respecto a la experiencia eleusina, así como al consumo de sustancias psicoactivas utilizadas allí como medio de purificación ritual.
Sin revelar el desarrollo exacto de los misterios, Sófocles o Píndaro se refirieron a su experiencia personal en Eleusis como un instante grandioso e inolvidable en el que se alcanzaba el éxtasis. Se ha dicho que durante el mes de Boedromion, hombres y mujeres de todas las ciudades, edades y niveles sociales, se dirigían en peregrinaje a Eleusis. Al llegar por la noche al santuario, una danza en honor a Deméter y a Dioniso era ejecutada por los invitados hasta alcanzar el trance extático.
Los autores coinciden en señalar que la experiencia extática en Eleusis se lograba mediante la danza y el consumo ritual de alguna sustancia psicoactiva. Para McKenna, existen pocas dudas de que en Eleusis cada iniciado tomaba algo y cada uno de ellos veía a lo largo de la iniciación alguna cosa totalmente inesperada, transformadora y capaz de permanecer en cada participante como poderoso recuerdo para el resto de sus vidas.
Las opiniones divergen sobre la naturaleza del soma eleusino: si acaso se trataba de un hongo más fácil de conseguir que el amanita muscaria introducido por el sacerdote iniciador Triptólemo (Graves); quizá de un brebaje de cornezuelo de centeno que se preparaba partiendo de un género de fungus ergótico (Wasson y Hofmann), o bien, del claviceps paspali proveniente de la cebada (McKenna). Sea quizá un brebaje especial la mayor atracción para iniciarse en la apertura de las puertas del más allá, regreso sagrado a la naturaleza.
La finalidad de los misterios eleusinos consistía en abolir todas las diferencias comunicando un nuevo concepto de humanidad. El derecho igualitario por experimentar la sociedad tribal se materializaba con un rito de paso que no enseñaba doctrina alguna, pues sólo se trataba de satisfacer, dentro de un contexto festivo (organizado por el estado ateniense), la sed sagrada: vivencia presenteísta de la trascendencia que, en un instante extático transformaba a cualquiera. Felicidad absoluta, experiencia de la infinitud de la vida orgánica supra-individual expresada en Deméter-Perséfone. El modo de vida sagrado y absoluto inicia y termina en Eleusis, centro iniciático del Ática.
“El peregrinaje es la condición para los jóvenes de ingresar al orden cósmico.” Semejante a los Ravers, quienes viajaban a Eleusis realizaban un paréntesis en el curso de la vida normal, renunciando a la individualidad propia durante la iniciación. Tanto en la premodernidad como en la postmodernidad, el mundo institucionalizado no ha corrido riesgo alguno, siempre y cuando el sumergirse en la Alteridad haya sido y continúe siendo limitado y vigilado en tiempo y en espacio por un poder político y/o económico.

2. 3. 3. 2. Delfos

Ciudad que se enorgullece de poseer la tumba del dios, o más bien, la de su corazón. Durante el invierno, Dioniso sustituye al dios Apolo que viaja al país de los hiperbóreos. La interpretación de esta tradición se traduce en función de las estaciones del año y la agricultura: durante el invierno la luz del sol baja y la vegetación se cubre en la tierra húmeda. El Monte Parnaso se encuentra cerca de la ciudad y está consagrado a Dioniso (en Antígona, Eurípides también habla de un cortejo de Ménades en ese lugar).

2. 3. 3. 3. Orcómenos

La leyenda de las hijas de Minias es perpetuada por la fiesta de las Agrionias. En esta ciudad de la Beocia se celebraban cada uno, dos o tres años las fiestas en honor a Dioniso que llevaban este nombre. En ellas, se representaba la escena del exilio y la persecución de las hijas del rey por parte de las otras ménades; sólo que éstas fueron reemplazadas en el rito por un sacerdote de Dioniso que podía matar a la mujer a quien alcanzase con la espada.
Sobre las fiestas Agrionias celebradas en Beocia y dedicadas a Dioniso habla el historiador Plutarco (siglos I-II d.C) en dos de sus tratados (Charlas de sobremesa y en Explicaciones griegas):
También entre nosotros, en las Agrionias, las mujeres buscan a Dioniso en la idea de que se ha escapado; luego dejan de buscarlo y dicen que se ha refugiado junto a las Musas y que está escondido entre ellas; pero poco después, cuando la cena toca a su fin, se proponen unas a otras acertijos y adivinanzas, enseñando la celebración mistérica que hay que mantener durante la bebida, una conversación que tenga cierto contenido e inspiración y que, cuando una conversación tal acompaña a la embriaguez, se esconde lo que tiene de agreste y frenético, benévolamente retenido por las Musas. (...) Y todavía hoy los habitantes de Orcómenos llaman “criminales” a las mujeres de esta familia y cada año en las Agrionias tiene lugar una huída y una persecución de ellas por un sacerdote de Dioniso con una espada, y puede matar a la que consiga alcanzar, y en mi época el sacerdote Zoilo mató a una de ellas.

2. 4. El dios del teatro y la tragedia

El teatro de Dioniso fue construido al pie de la Acrópolis. En la época clásica, durante las Grandes Dionisias, ahí eran representadas las tragedias de los poetas más importantes. Estas festividades nacieron como herencia del culto primitivo de Dioniso en Eleusis, puerto al noroeste de Atenas famoso por los misterios que ahí se celebraban.
La estatua de Dioniso era llevada desde esta tierra al teatro ateniense en representación de su llegada. Durante el primer día, una gran procesión pública acompañada de danzas y cantos satíricos inauguraba la ceremonia. Se cargaban enormes falos como símbolo de la fertilidad del dios. Se preparaba el sacrificio de algunos animales hasta la llegada de la procesión al teatro. Unos veinticinco mil espectadores ingresaban al santuario teatral para presenciar las tragedias de los poetas concursantes.

2. 4. 1. Origen y evolución del teatro según los antiguos

De acuerdo a los antiguos, el género dramático apareció en la región del Ática a fines del siglo VI a.C., desarrollándose notablemente en el Peloponeso. Aristóteles afirma en la Poética que las procesiones fálicas dieron origen a la comedia, mientras que la tragedia nació del ditirambo y el drama satírico.

2. 4. 1. 1. La comedia

El término de comos parece provenir de ciertos cantos de los danzantes dionisiacos con un contenido un tanto atrevido. Comparte con la tradición del culto a Dioniso el elemento central de la máscara; de hecho las primeras comedias tuvieron lugar durante las procesiones rústicas en honor a la divinidad fálica.

2. 4. 1. 2. El ditirambo (dithyrambos)

En la Grecia primitiva, una procesión de danzantes dionisiacos (los tragos, quienes representan a los sátiros, compañeros de Dioniso), recorre las calles seguidos por ciudadanos que danzan, se disfrazan y beben vino. Con el fin de promover la fecundidad de los campos, se sacrificaba un carnero mientras algunos hombres representaban el canto y el baile de sátiros y silenos. Es en este espectáculo de danzas y música que acompañaba los sacrificios realizados en honor al dios, donde se encuentra el antecedente inmediato del coro teatral. En su etapa más evolucionada, el ditirambo desarrollaba un diálogo entre un guía (exarconte o corifeo como Tespis, el primer hombre del que se sabe que participó en los ditirambos y que en el 535 a.C. ganó el certamen dramático), y el resto del coro (ritornello). Los tres géneros propiamente teatrales (la comedia, la sátira y la tragedia) difieren del ditirambo, pues en éste no se portaba ningún tipo de máscara.



2. 4. 1. 3. El drama satírico

Los actores y cantantes se disfrazaban y representaban seres míticos como los sátiros y los silenos. Las danzas acrobáticas eran uno de los atractivos del espectáculo. Este género fue introducido en el Ática por Pratinas durante los primeros años de la carrera de Esquilo, permitiendo una representación más directa, es decir, más natural y salvaje del dios con su cortejo de sátiros.

2. 4. 1. 4. El teatro antiguo y los preparativos festivos

a) La escena (skene).- El muro del fondo de uno o dos pisos detrás del proscenio que servía a los actores para variar su indumentaria, para cambiar, a su vez, de personaje.
b) El altar (thumelé).- El lugar en el que Dioniso se presentifica, al centro de la orquesta. Es la evolución del centro en el que se realizaba el sacrificio a Dioniso y alrededor del cual bailaba y cantaba el ditirambo.
c) La orquesta (orchestra).- Parte circular al pie de la escena en donde se desenvuelve el coro.
d) El teatro (théatron).- Toda la estructura de piedra de las gradas.
e) El proscenio (proskénion).- Parte de la escena a manera de balcón en el que actúan los personajes.
f) El parador (parodos).- Entrada y salida del coro a ambos lados de la orquesta. De hecho, la primera parte de la tragedia lleva este nombre, pues el coro baja desde el proscenio hasta la orquesta cantando la introducción de la pieza teatral.
Los magistrados y un sacerdote del santuario de Dioniso organizaban durante todo el año el evento de las Grandes Dionisias. Los altos magistrados elegían a los integrantes del coro, que en las tragedias oscilaba entre doce y quince participantes. Los poetas inscribían sus obras y una vez más los magistrados elegían al protagonista de la tragedia. Ninguna mujer podía participar. Los roles femeninos eran desarrollados por los “ciudadanos.” Ya inscritos los participantes del coro y los poetas, los primeros podían elegir en cual obra actuar (fue así como Pericles eligió a Esquilo en el 472 a.C. en la representación de Los Persas). Ya en el teatro, el sacerdote ocupaba el centro de la primera fila, de frente al lugar destinado al Dioniso presentificado, en medio de la orquesta.
Las Grandes Dionisias iniciaban con una ceremonia de purificación y una procesión. Entonces se sorteaba el orden de las representaciones en el teatro. Durante estas fiestas, los atenienses tenían el privilegio de asistir a unas diecisiete representaciones, alrededor de veinte mil versos recitados durante cuatro o cinco días. Es un hecho que el teatro se adecuó a una cultura totalmente auditiva, diferente a la predominantemente visual de nuestros días.
El teatro no estaba reservado sólo a los ciudadanos. Recordemos que las mujeres no eran consideradas como tales (Aristóteles, Política); no obstante, podían presenciar las tragedias en las gradas más altas. Nada prueba ni desaprueba que los esclavos acudieran al teatro. La actuación estaba reservada a ciertos hombres de nivel social y preparados en este arte.
El teatro en la Grecia Antigua tuvo un carácter sagrado. Su institucionalización en las fiestas religiosas llamadas las Grandes Dionisias es prueba de ello. Durante las tragedias, unas veinte mil personas manifestaban los efectos anímicos con gritos de terror y carcajadas. Como las representaciones se prolongaban durante días, se comía y bebía durante las mismas.
La generalización del teatro y de los festivales dionisiacos, así como la creación del orfismo fueron las dos formas de expansión del culto a Dioniso. Así, la búsqueda de la comunicación con el dios podía realizarse por diversas vías. A diferencia de los órficos, los pitagóricos y los shivaítas, quienes han buscado la permanente fusión con la divinidad mediante la purificación progresiva y la adquisición de sus misterios escatológicos, los dionisiacos y los Ravers no se caracterizan por una vida de entrega total al orden cósmico; para comunicarse con el dios, éstos apuestan su individualidad sólo durante un instante, una noche, un festival, ya sea que se trate de un fenómeno clandestino, o bien, organizado por el estado con fines políticos o por una empresa con fines comerciales.
Los Romanos establecieron la Liberalia, fiesta en honor a Liber, Dioniso proveniente del sur de Italia y de Sicilia. No obstante, poco quedó del culto sagrado al dios de la fertilidad y la liberación purificatoria. Aun cuando el culto ya había sido más o menos domesticado, con la pérdida del sentido originario de la divinidad y el aumento descontrolado de los excesos decadentes conducidos por el vino y el sexo en algunos círculos, el Senado prohibió estas bacanales oficialmente en el año 186 a.C. El cristianismo acusaría a las festividades dionisiacas de un insoportable culto pagano a la naturaleza, la fecundidad y la fuerza vital:

Con la desaparición de los misterios, el alfabeto fonético colaboró a la hora de desplazar la conciencia hacia un mundo que acentuaba el lenguaje hablado y escrito, alejándose del mundo de una conciencia guestáltica y pictográfica. Estos desarrollos reforzaron la emergencia del estilo cultural dominante y antivisionario. Se iniciaba la noche del alma planetaria que denominamos civilización occidental.

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